Sosiego.
Sosiego. Es la palabra que acabo de repetir varias veces a mi amiga Silvia para que con tranquilidad hagamos frente a un imprevisto acelerado, y no deseado, para que ocultarlo. Y no es fácil tenerlo a veces, el sosiego...
Quizá podíamos aprender de los que parecen unos maestros en eso de vivir sosegados, por serio que sea lo que tengan entre manos. Hablo de los miembros del Tribunal Constitucional de este país nuestro, y es que, ¿cuanto tiempo han tardado en resolver el recurso interpuesto al Estatut de Catalunya?. No lo recuerdo exactamente, pero demasiados años... ¿cuánto tiempo tardarán en resolver el recurso de inconstitucionalidad que tiene interpuesto el PP ( bueno, algo más de 60 diputados de este partido ) contra la modificación legal que hizo posible hace algo más de cinco años el matrimonio para lesbianas y para gays?.
Quien sábe, cuestión de paciencia, supongo. O de que el partido que lo interpuso lo retire como muestra de saber escuchar a la ciudadanía ( tras más de cinco años y de tantos matrimonios y algunos divorcios ya podían asumir que la gente ha asumido con naturalidad lo que es en efecto normal ) y como reconocimiento de lo que fue un error, su interposición.
Uno de los que ha hecho uso de esa opción de casarse con su marido fue el juez Grande-Marlaska, al que tuve el placer de conocer hace año y medio, en una conferencia política de Ilga Portugal. Fué interesante conocerle, tanto como el artículo que hoy firma en El País con Marta del Pozo sobre la constitucionalidad del matrimonio entre homosexuales.
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